Encabezado

lunes, 9 de noviembre de 2009

La Droga "viola Fácil " es la moda para abusar de jóvenes en fiestas y discotecas.

"Temas relacionados: Ayuda Psicológica en Línea, Depresión, Sexo, Salud Mental

Por: Psic. Carlos Robles **¡Suscríbete HOY! para recibir más artículos como este en tu correo GRATIS **

Despertó desnuda, en la orilla de la cama. Las sábanas en el piso; a un lado, sus jeans con los calzones atorados entre las piernas. No pudo cerrar los ojos hasta dos días después de aquella mañana, luego de que los abrió en un hotel de alfombras rojas. Sabía por qué estaba ahí, se lo decía su cuerpo. La habían violado. Fueron dos hombres, pero no recordaba detalles.

Sólo 15 horas antes se había arreglado en la recámara de su amiga. Se alació el pelo, se probó varios atuendos. Se tomaron fotos, se mandaron besos frente al espejo. A la fiesta llegaron juntas. Se recuerda con las manos ocupadas por vasos de vodka, bailando, divertida, brincaba como sólo se puede cuando se tienen 20 años. Estaba muy contenta. Salió de la mano de dos nuevos amigos. Lo último que recuerda es haberse subido a un automóvil negro.



Su nombre es anónimo como los rostros de sus agresores, quienes siete horas antes de que la víctima despertara en un hotel, le pusieron a su bebida una sustancia conocida como “viola fácil”. Sus nombre oficial es GHB (gamma-hidroxibutirato). Fue bautizado en el mercado de las drogas ilícitas como éxtasis líquido y está siendo utilizado para cometer abuso sexual y violación.





No tiene olor, ni color y su sabor es levemente salado, pero imperceptible si se mezcla con cualquier líquido. Sus letales efectos son idóneos para los agresores. Quien lo ingiere entra en un sueño inducido por más de siete horas, pierde sus reflejos, su fuerza. En los primeros 15 minutos pareciera que la persona está muy borracha, pero una hora después cae en un sueño profundo donde la víctima despierta con amnesia, en el mejor de los casos, pues mezclado con alcohol puede provocar la muerte.





El delito ante la autoridad

Hasta septiembre de 2009 en la capital del país, mil 762 mujeres han realizado una denuncia por delitos sexuales en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF); 848 han sido por abuso sexual y 914 por violación. Más de 70% se cometieron intramuros, es decir, en casa habitación, hoteles, establecimientos, centros de trabajo, escuelas, estacionamientos y hospitales. Otro dato es que 80% de los agresores son conocidos por las víctimas.

Juana Camila Bautista es la fiscal de Delitos Sexuales de la PGJDF y dice que a esta institución han llegado este tipo de casos, aunque aclara que el uso de sustancias para cometer delitos sexuales es aún bajo comparado con el número de violaciones y abusos sexuales que se comenten en casa por padrastros.



“Las víctimas refieren que se quedaron dormidas y que lo último que recuerdan es que estuvieron bebiendo alcohol o bien tenemos una averiguación donde la víctima dice haberse despertado cuando el agresor estaba encima de ella, y que nunca se pudo defender”, dice.



Cuenta otro más: “Una maestra de un CBETIS bebía con sus alumnos para luego dormirlos con drogas y abusar de ellos”, dice. Aunque asegura que los casos de violación con sustancias aún son pocos y denunciados, lo que no significa que no esté ocurriendo.



El doctor Raúl Fernández Jofre es director del Centro Toxicológico de la Secretaría de Salud del Distrito Federal y en la sala de urgencias del centro a su cargo también se cuentan historias. “Aquí hemos estabilizado y mantenido en observación hasta 24 horas a jovencitas a las que se les mezcló sin su consentimiento GHB en sus bebidas”, dice.



Cuenta que una madrugada llegaron dos chicas del norte del país acompañadas por varios jóvenes. Una de ellas, las más chica, con 18 años, tenía la presión baja, dificultades para respirar y no podía sostenerse por sí misma, su compañera con mejor semblante, decía que habían tomado sólo bebidas energetizantes en una fiesta. Minutos después comenzaron a sentir demasiada euforia, se deshinibieron al grado que una de ellas, antes de sentirse mal, tuvo relaciones sexuales con dos chicos.



Después vinieron horas de confusión. Empezaron a sentirse borrachas, sin haber probado una gota de alcohol, la más pequeña comenzó a sudar y a temblar sin explicación alguna. Los análisis del Centro Toxicológico dieron positivo en GHB y Taurina.







El fármaco en el cuerpo

El doctor Fernández Jofre dice que el GHB es utilizado principalmente para cometer delitos sexuales y robos. “Con dos miligramos de la sustancia la gente se deshinibe, se ponen contentos e incluso puede elevar el apetito sexual, pues al ser un depresor actúa igual que el alcohol, de dos a cuatro miligramos los consumidores empiezan a perder el control de sí mismos y con arriba de cuatro miligramos se pueden presentar un paro respiratorio o un coma”, asegura.



El especialista explica que la sustancia en la mayoría de los casos es mezclada con alcohol y no se previene la cantidad, lo que puede ser mortal, pues al tomar dos sustancias que son depresoras del sistema central nervioso, se potencializan los efectos del alcohol. Entonces se produce una intoxicación que tiene como resultado una amnesia: la gente no sabe qué ocurrió, el efecto de la sustancia empieza a los 15 minutos y dura dos horas, si es que se administra en bajas cantidades o de lo contrario puede alargarse hasta 8 horas.



“Cuando hay abuso la persona entra en un sueño muy profundo, donde no hay mecanismo de defensa porque es un sueño inducido por un fármaco, es decir, que no sienten, simplemente al despertar se dan cuenta de que fueron víctimas de un delito sexual”, dice.



Hasta el Centro Toxicológico del DF llegan pocos casos, pues acuden quienes son rescatados por amigos, antes de que el agresor concluya su objetivo.

“Los desintoxicamos, estabilizamos y tenemos en observación y se le da seguimiento médico y psicológico”, dice.



Fernández Jofre explica que acudir a un centro como éste puede salvarle la vida a cualquiera que se encuentre intoxicado por alguna droga ilegal o legal como en el caso del alcohol.





La alerta desde 2006

Ya desde 2006 el FBI (por sus siglas en inglés, Buró Federal de Investigaciones) había alertado a la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federla que en las calles de la ciudad de México circulaban nuevas drogas sintéticas que regularmente no se conocían.

En un documento detallaban que además de los estupefacientes usados regularmente como el crack , hachís y cocaína, la población consumidora, en su mayoría jóvenes, estaba probando nuevas sustancias como las llamadas pastillas “yaba”, el GHB, los “palitos mojados” y los “poppers”.

En el caso del GHB, en los años 90 se puso de moda como un medicamento entre los fisicoculturistas para aumentar la masa corporal e incluso se vendía en las tiendas de productos nutricionales, aunque nunca se demostró que efectivamente cumpliera con el objetivo.



Hoy es considerada como una sustancia peligrosa que ha sumado adeptos y que podría convertirse en un grave problema de salud pública, pues una sobredosis puede hacer perder la conciencia a quien lo consume después de 15 minutos y en el peor de los casos, lo puede hacer entrar en coma o provocar la muerte.



Las secuelas

De cualquier modo, las víctimas sienten la muerte en vida. La fiscal en delitos sexuales del DF dice que ser abusada (o) sexualmente o violada (o) es una marca que se queda para siempre.

Aunque invita a la denuncia para terminar con la impunidad, además, asegura Bautista, el Gobierno capitalino cuenta con Centros de Terapia de Apoyo a Víctimas de Delito Sexual, donde se les da tratamiento médico, psicológico y ayuda para poder superar día a día la desgracia que vivieron.

“En estos centros se les otorgan medicamentos necesarios para prevenir infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados, pero es importante no dejar pasar 72 horas, además de no bañarse antes de acudir a levantar la denuncia, pues así habrá pruebas suficientes para defender a la víctima y castigar al agresor”, explica.

La fiscal en delitos sexuales asegura que en el 60% de los casos los agresores son castigados penalmente. Los conozca o no la víctima. Y pide que la gente denuncie dónde se venden estas sustancias, para prevenir los delitos

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