Alrededor del 95 por ciento de los casos de depresión se origina en la infancia; en esa etapa se gestan y desarrollan factores que repercutirán en la adolescencia o en la adultez, señaló el académico de la UNAM, Jorge Alfonso Valenzuela Vallejo.Mientras, el otro cinco por ciento se explica por cuestiones metabólicas o aspectos como traumatismos, problemas de hipertiroidismo, hormonales o cardiovasculares, entre otros, añadió.En la conferencia Depresión: causas, consecuencias y prevención, realizada en el Palacio de Minería, el académico comentó que hay que remitirse a la primera infancia; las necesidades básicas que no se cubren en esa etapa provocarán daños en fases posteriores.La depresión, explicó, es la incapacidad de identificar, percibir y expresar sentimientos; por tanto, desde la niñez se gestan factores que desencadenarán el padecimiento.En los sistemas capitalistas, se crea la necesidad de poseer bienes materiales y se dejan de lado los asuntos relacionados con la naturaleza del hombre. Entonces, se genera un proceso de deshumanización y lo único que importa a los padres es que el pequeño sea bien portado, obtenga buenas calificaciones, sea obediente y cubra las expectativas de sus progenitores, la sociedad o la escuela.Es importante que un bebé establezca lazos con una figura constante, una relación significativa basada en el afecto, que le permitirán adquirir confianza básica y desarrollar sus potencialidades. El afecto es importante para relaciones futuras y para no ser una persona desconfiada y aislada, apuntó.A partir de la relación con los demás, los seres humanos se conocen a sí mismos en una función de espejo: si el infante ve a la madre sonreír, se sentirá querido, reconocido y adquirirá confianza y será capaz de identificar lo que siente, comentó.En caso contrario, si la progenitora está molesta o deprimida, el niño construirá una imagen de sí mismo donde sólo cubrirá las expectativas que se le impongan, ajenas a los sentimientos, pensamientos y deseos propios.Otros factores que contribuyen son violencia intrafamiliar, abuso sexual, estrés, ausencia de la madre, pérdidas familiares o personas cercanas. En esta etapa, se empiezan a gestar los factores que más adelante desencadenarán en depresión o en distimia (tristeza moderada pero continua que por momentos se agudiza pero se sobrelleva), destacó.Los principales síntomas de la depresión son: alteraciones en el sueño (dormir mucho o poco); sensación de pesadez, agobio o molestia al despertar; la minusvalía (autorreproches por sentirse incapaces o víctimas); alteraciones en la alimentación (se deja de comer o se tienen arranques compulsivos), incluso sentimientos de desprecio por la vida.Además, irritabilidad, desmotivación, apatía, agresividad, dolores de espalda, cabeza y problemas gastrointestinales. A diferencia de la tristeza, en la que se sabe qué la ocasionó y se es consciente que durará cierto tiempo, la depresión es una incertidumbre.Para prevenirla es necesario conocer más sobre uno mismo, realizar actividades físicas, artísticas y sociales y, en casos severos, la medicación, a la par de psicoterapia, concluyó.Tras comentar que la depresión es una de las causas más frecuentes de suicidio, dijo que pocas personas logran identificar las etapas de este trastorno emocional. El problema es que se piensa que sólo es tristeza, pero los cuadros depresivos requieren de una intervención multidisciplinaria donde participe la familia.Las principales causas por las que los jóvenes se privan de la vida son: los disgustos familiares (violencia o violaciones sexuales), los problemas afectivos (soledad, infidelidad), las enfermedades graves o incurables (VIH-SIDA), las dificultades económicas o, en algunos casos, los padecimientos mentales.No obstante, explicó, en la mayoría de los casos se desconocen los orígenes y sólo se llegan a saber a través de recados póstumos, cartas o el análisis de dibujos que realizan los suicidas.Por ello, abundó, son necesarios programas de intervención, que permitan identificar a quiénes están en riesgo y, además, brindar apoyo tanatológico a las personas que han perdido a un familiar.Según la Organización Mundial de la Salud, mencionó, el suicidio es considerado un problema de salud y alrededor de un millón de personas en el mundo fallecen al año por ese motivo, y lo intentan entre 10 y 20 millones.
En México, este fenómeno se ha incrementado; en el 2003 se registraron dos mil 736 suicidios, para el 2008 la cifra aumentó a cuatro mil 394. De ese total, aproximadamente el 80 por ciento lo cometen los varones, según el doctor Jorge Alfonso Valenzuela Vallejo.El suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes, sólo después de los accidentes automovilísticos; el rango de edad con mayor riesgo es entre los 15 y 29 años, pero varía de acuerdo al género. Los hombres tienden a hacerlo entre los 20 y 24 años y las mujeres de los 12 a los 19, especificó.Finalmente, señaló que el futuro de los jóvenes es oscuro, pues muchos no saben en qué se emplearán, cómo sobrellevar las crisis económicas o si contarán con oportunidades educativas y el suicidio representa una forma de escapar de los problemas que no saben cómo resolver.
martes, 10 de marzo de 2009
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